Es una impresión persistente y que viene confirmada por toda una serie de todo tipo de indicadores.

¿Pero cual es exactamente la impresión? La impresión es la de que todas las vías imaginables están abierto a la exploración. Y que nadie sabe realmente lo que el futuro dará de sí. Estamos hablando del futuro de la relojería, por supuesto. Pero al hablar de la relojería, también estamos hablando del mundo en general, porque la relojería no es en un pedestal y no está desconectada de las necesidades básicas materiales, ya sean económicas o políticas (como las campañas contra la corrupción que se han lanzado en China). Todo es posible porque todo parece que podría cambiar de rumbo de un momento a otro. Un ejemplo son los ya famosos relojes «inteligentes», lo que podría, según algunos, o ciertamente no podría, según otros, apoderarse de nuestros bienes raíces en la muñeca, relegando a la vieja tecnología mecánica como cuarzo hizo en su momento. Antes de que vuelva a surgir, tomandose la venganza, una vez más triunfando en valor.

Si los Suizos fueron una vez casi borrados del mapa de la relojería, fue en gran parte debido a su falta de visión. Situaciones de dominio absoluto a menudo fomentan la arrogancia y la arrogancia difícilmente alienta el pensamiento claro. Así que tenemos que tener cuidado de que esta mezcla explosiva de arrogancia y la falta de ideas claras no se repita. Pero si esta impresión de que todas las posibilidades están abiertas persiste, también es por otras razones. La relojería mecánica desde luego no ha dicho su última palabra, pero al visitar factorías y mirar por encima de mesas de trabajo se siente una cierta vacilación acerca de los caminos por explorar como una prioridad. En caso de que se volviera, sin dilación, al clasicismo, ¿ se calmarían las cosas, apostando por más sobriedad? O, por el contrario, ¿en el caso de ser innovadores a toda costa, incluso superando su propia oferta con productos hechos posible por el diseño moderno y los métodos de producción, pero cuyo significado más profundo se nos escapa? Sobre todo porque los relojeros Chinos parecen estar haciendo incursiones en el mundo de la relojería complicada, por ejemplo ofreciendo tourbillons en jade de 380.000 dólares! (Lea el excelente informe de Paul O’Neil, de regreso de Hong Kong).

Otra cuestión , confirmada por una reciente estancia en Japón (parece ser que es desde el «complicado» Oriente que vienen estas cuestiones): la generación más joven ya no parece necesitar el «fetiche» social de un reloj, que se ha convertido en un accesorio para los papás. Insignias de pertenencia social y señas de identidad están cambiando el «lujo» - en otras palabras, la inversión emocional y financiera en lo superfluo - está cambiando de forma. La noción de que el reloj como instrumento, con varias funciones , está ganando terreno a la de mera «representación», no está desapareciendo, pero está adquiriendo diferentes formas. Y cuando la función se ajusta a la representación, a continuación, se garantiza el éxito. El «peligro» en este sentido no viene sólo de la próxima avalancha de relojes conectados, de los que todavía no existe ningún indicador de su potencial de dominación, pero que muy bien podrína tener éxito mezclando tecnología, diseño y materiales preciosos para llegar al segmento más alto.

Hay otros «posibles» también. Será, por ejemplo interesante seguir cómo se desarrollará la tecnología atómica lanzada por Hoptroff este año. Porque, aunque el reloj propuesto (cuyo precio es igualmente atómico) utiliza un tipo super- preciso de «batería», que también tiene una esfera completa agujas que es de un sumo clasicismo. ¿La ecuación ganadora del futuro?

Fuente: Europa Star Magazine Octubre - Noviembre del 2013