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Industrial: - ¿una mala palabra?

EDITORIAL

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diciembre 2021


 Industrial: - ¿una mala palabra?

La columna vertebral de la relojería contemporánea sigue siendo industrial, como muchos ejemplos en nuestro núevo número muestran. Entonces, ¡restauremos la nobleza de la palabra “industrial”!

¿E

s la relojería contemporánea una industria, un oficio o un arte? Los límites son cada vez más difusos a medida que algunos relojes, a pesar de ser producidos en volumen, ahora se consideran obras de arte. Desde el renacimiento de la relojería mecánica, y salvo algunas notables excepciones, el segmento más exclusivo de la relojería ha buscado desprenderse de sus lazos industriales, enfatizando sus credenciales “artesanales”, hasta el punto de abusar del término “manufactura”.

Esto parece haber tenido algo de éxito, porque hay un cierto tipo de relojería que ahora se percibe de la misma manera que una pintura, una escultura o una instalación, es decir, como el medio de expresión de un artista-relojero. Y luego están los artesanos independientes que han perpetuado formas de trabajo ancestrales y luchan por preservar su saber hacer (¿cuántos talleres de “Renacimiento de un reloj” están apareciendo?), Cuyos productos son cada vez más populares entre los coleccionistas.

A medida que disminuye la cantidad de relojes exportados desde los valles Suizos, Japoneses o Sajónes, y el precio medio sigue subiendo, la noción de “industria” parece desintegrarse. En el imaginario colectivo, esta palabra evoca espontáneamente volumen, producción en masa, estandarización, lo opuesto al lujo, en resumen. Y, sin embargo, una industria es quizás ante todo un ecosistema denso, técnico e innovador, asociado a un fuerte “esprit de corps” en torno a la calidad de la producción.

Como señala uno de nuestros entrevistados en nuestro nuevo número, “sin una calidad constante, es imposible industrializar”. Esta es también una de las paradojas de nuestro... ¿me atrevo a decirlo de nuevo? - industria, que camina en la línea entre volumen y valor. La automatización es ciertamente más fiable que la mano humana, pero esta última transmite más emoción en su imperfección.

La columna vertebral de la relojería contemporánea sigue siendo industrial, como muestran los numerosos ejemplos de nuestro número, desde la aparición del silicio hasta el dominio del zafiro. Al mismo tiempo, los artesanos innovan y los artistas crean nuevas obras. Pero, sin esta columna vertebral industrial, la relojería no podrá avanzar. Entonces, ¡restauremos la nobleza de la palabra “industrial”!

 Industrial: - ¿una mala palabra?

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