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Lakin anda suelto: El segundo intercalar

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marzo 2009


Lakin anda suelto

Por D. Malcolm Lakin

Lakin anda suelto: El segundo intercalar

Si usted es miembro de la industria relojería, sencillamente le encantan los relojes o simplemente es que dispone de tiempo de sobras, seguramente se apercibió de que en la noche del 31 de diciembre de 2008, y más exactamente a las 23:59:59, el año se alargó en un segundo intercalar para quedar sincronizado con la hora astronómica.Esta circunstancia hizo que el 2008 tuviera 31.622.401 preciosos momentos para el recuerdo, 86.400 de más por el 29 de febrero y uno de propina tal y como dispuso el Servicio del Sistema Internacional de Referencia de Rotación Terrestre. Les juro que no recuerdo lo que hice en la inmensa mayoría de ellos, pero sí que recuerdo el segundo de propina. Era una noche oscura y tormentosa: oscura porque se había ido la luz en el restaurante y tormentosa porque alguno se había permitido libertades con las señoras aprovechando el apagón. También era una noche especial al ser final de año bisiesto y, según una vieja tradición irlandesa, ese día les está permitido a las mujeres declararse a los hombres. Los orígenes de esta tradición se remontan al siglo V, cuando Santa Bridget se lamentó ante San Patricio de que las mujeres debían esperar demasiado para que los hombres les propusieran matrimonio. San Patricio rumió y reflexionó y, en su infinita sabiduría acabó proclamando que, los 29 de febrero, se autorizaba a que las mujeres pidieran en matrimonio a los hombres, es decir, una vez cada cuatro años. Un cachondo, este San Patricio. Uno cree entrever que Santa Bridget era guapa como el culo de un mandril, por eso estaba tan deseosa de poner sus manos sobre un hombre (si me excusan por el símil). Pero hizo correr la noticia y, de tanto en tanto, cuando la Guinness había circulado en abundancia, algunos machos sucumbían a las proposiciones femeninas. No obstante, la Federación Oriental de Calenturientas Amargadas (FOCA), de la que Santa Bridget era presidenta honorífica vitalicia, manifestó no estar plenamente satisfecha con el dictado de San Patricio y trató de negociar una ampliación del plazo, aunque sin conseguirlo. Dieciséis siglos más tarde, aún pueden verse muchas FOCAs el 29 de febrero intentando capturar un trofeo de tipo Mr. Universo. Pero si fallan, como suele suceder, se aferran al artículo anexo de los estatutos de la FOCA que dice: “Pueden cursarse proposiciones de matrimonio durante el segundo intercalar, cuando quiera que sea que se añada uno a final de año”. Les voy a contar el motivo por el que recuerdo especialmente ese segundo. La noche del 31 de diciembre conversaba con un grupo de achispados invitados cuando un rebaño de señoras sin compañía llegó para participar en la celebración. Con mi aplomo habitual, y tras saludarlas educadamente, se me escapo un “vaya FOCA” al identificar un ejemplar de noventa quilos, nariz rota y pinta de ser descendiente de la mencionada Santa Bridget. La susodicha interpretó mi expresión como una invitación y se mantuvo cerca hasta que llegó el segundo de propina, instante en el que, incumpliendo la ley gravitatoria, propulsó su cetácea masa y me propuso matrimonio en pleno vuelo. Se hizo un silencio absoluto cuando el cachalote aterrizó sobre una mesa, colapsándola, así como las sillas, la vajilla y los dulces, que aprovechó para zamparse. Por fortuna, el segundo ya había pasado no me ví obligado a responder. Las otras FOCAs ayudaron a la bomba humana a ponerse en pie y, tras echarme unas miradas desafiantes, se retiraron en formación de desfile mientras cantaban el himno de la FOCA. Espero que su fiesta de fin de año no fuera de tan alto riesgo como la mía y que no los atraparan durante el segundo intercalar. Pero, por si hubieran atrapado a alguno, les puedo facilitar los e-mails de unos tipos que refinan aceite de FOCA para hacer lubricante para relojes. Por el contrario, si salieron indemnes, reflexionen un instante sobre todos esos segundos del año pasado que se nos pasaron sin que volviéramos a pensar en ellos. Créanme, es terapéutico. Déjenme que aproveche esta oportunidad para desearles un Feliz Año Nuevo. También deseo que todos esos pájaros de mal agüero que pronostican el apocalipsis económico se hayan excedido en sus premoniciones. También espero que la capital de Islandia vuelva a ser Reykjavik*. Y, para todos aquellos que quieran sonreír un poco ante tanta adversidad, les contaré un chiste de relojeros: Un hombre entra en un banco suizo y dice: “Querría fundar una pequeña empresa relojera, ¿cómo debo proceder?” Y el banquero le responde: “¡Muy fácil! Compre una grande y espere.” ¿Les ha hecho gracia? Pues ríanse, su salud se lo agradecerá.