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Cartier una centuria de diseño

EXPOSICIÓN

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junio 2017


Cartier una centuria de diseño

La exposición Cartier in Motion, comisariada por Lord Norman Foster en el London Design Museum, demostró cómo los relojes Cartier son objetos de ingeniería y diseño que reflejan los estilos cambiantes del siglo XX.

A

primera vista, Lord Norman Foster, el arquitecto de fama internacional cuyo trabajo incluye The Gherkin en Londres, el Viaducto de Millau y el futuro Campus de Apple, no tenía ninguna razón para mostrar más interés en Cartier que cualquier otra persona, es decir, hasta una llamada telefónica de la empresa Francesa a principios de 2016, proponiendole que él comisariara una exposición sobre la relojería Cartier.

Cartier una centuria de diseño
Reloj de Bolsillo Cartier Paris, 1914

El lugar de celebración sería el London’s Design Museum, que estaba en proceso de mudarse a un emblemático edificio modernista de la década de 1960 en Kensington High Street, remodelado por otro arquitecto líder, John Pawson. No era algo que Lord Foster hubiera estado esperando, pero los casi dos años que llevó a cabo el proyecto, además de las repetidas visitas a la manufactura de Cartier en Suiza, sugieren que la idea tocó la fibra sensible. Hablando en el avance de Cartier in Motion, que se estrenó a fines de mayo, confesó haberse preguntado por qué Cartier había pensado en él para el proyecto, explicando cómo «continuaron describiendo las conexiones que existían, a comienzos del siglo XX, entre Cartier y la aviación, una de mis pasiones, y los paralelismos que podrían hacerse con la arquitectura y la ingeniería de ese período. Era un punto de vista que mostraría el reloj desde una perspectiva completamente diferente, como un producto de ingeniería y diseño.»

Tres figuras

Fue esta visión la que Norman Foster se propuso materializar en Cartier in Motion, aprovechando la carta blanca que le fue otorgada para orquestar hasta el último detalle, hasta el diseño de las vitrinas. Los visitantes se sumergen en la capital Francesa en uno de sus períodos más emocionantes, marcado por las transformaciones en los estilos de vida, los viajes y la expresión artística.

Norman Foster ha elegido tres personalidades como símbolos de esta época, un preludio de la era moderna. Primero, el barón Georges-Eugène Haussmann (1809-1891), quien fue instruido por Napoleón III para traer espacio y luz, belleza y unidad a París. Se dice que el vasto programa de obras de Haussmann ha transformado el 60% de la ciudad. Su obsesión con las líneas rectas produjo un paisaje construido alrededor de la simetría, la racionalidad y la precisión; este nuevo París fue el hogar de los hermanos Cartier, la tercera generación a la cabeza del negocio que ahora se encuentra en la Rue de la Paix, a pocos minutos del Ritz, frecuentado por Louis Cartier (1875-1942).

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Alberto Santos-Dumont a bordo de su aeroplano No. 15, en 1907.

Este fue también el París de Gustave Eiffel (1832-1923) y la Torre que construyó para la Exposición Universal de 1889. El monumento de Eiffel tardó un poco más de dos años en completarse; con 324 metros de altura fue, durante cuatro décadas, el edificio más alto del mundo y un símbolo de la ingeniería Francesa. Su popularidad era tal que el plan original para desmantelarlo después de la exposición se archivó rápidamente.

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La Torre fue construida para durar. Fue equipada con un laboratorio, una estación meteorológica y apartamentos privados para Gustave Eiffel, desde donde podría haber visto a Alberto Santos-Dumont (1873-1932), la tercera «figura» de la exhibición, volar su aeronave alrededor de la Torre para ganar los 100.000 francos que Henri Deutsch de la Meurthe había ofrecido como premio a la primera máquina que pudiera completar el viaje de ida y vuelta entre el Parc de Saint-Cloud y la Torre Eiffel en menos de 30 minutos. No se sabe si Eiffel fue testigo de las hazañas del atildado brasileño; sin embargo, podemos estar seguros de que los logros del aviador impresionaron a su amigo y admirador Louis Cartier en estos primeros días del vuelo.

Diseño intemporal

Con el elenco ahora ensamblado, el visitante puede ingresar a la exposición, que viajará a otras ciudades, y navegará entre mapas de París de finales del siglo XIX, una maqueta gigante de la Torre Eiffel rodeada por el dirigible de Santos-Dumont, y una Demoiselle a tamaño réplica, uno de los monoplanos de bambú, lona y cable construidos por el piloto Brasileño y que contribuyó a su fama. Ellos proyectan una dimensión completamente nueva sobre los relojes que van más allá en la secuencia de exhibición.

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Reloj de pulsera Tank. Cartier Paris, 1920. Este particularmente raro reloj es uno de los primeros Tanks creados por Cartier.

La sobriedad Haussmanniana de los relojes de pulsera de Cartier se destaca. Se debe notar que los relojes de pulsera rompieron radicalmente con la moda predominante de llevar un reloj en el bolsillo de un chaleco. Al igual que los aviadores temerarios de su época, Louis Cartier mostró un espíritu pionero cuando en 1904 imaginó el Santos, hecho especialmente para su amigo de altos vuelos que necesitaba un instrumento que pudiera usar en su muñeca.

Otras piezas de inspiración similar seguirían, incluyendo el Tank en 1917, el único reloj de pulsera que puede presumir de un siglo ininterrumpido de historia y cuyo diseño no ha envejecido ni un día. Sin olvidar los «motores» dentro de estos relojes, ni menos una pieza de ingeniería de primera clase. De hecho, desde sus primeros relojes de pulsera, Louis Cartier trabajó estrechamente con Edmond Jaeger en París, que estaba en contacto con la planta de fabricación de Jacques-David LeCoultre en Suiza; una alianza triple que combinaba diseño creativo con tours de force mecánicos.

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Estos fueron los cimientos sobre los que creció la relojería Cartier a lo largo del siglo XX, y la exposición pone de relieve, con inmensa claridad, la evolución en las formas y técnicas que surgieron a medida que se introdujeron nuevos estilos y colecciones. Las celebridades también fueron cautivadas por el encanto de un reloj Cartier, entre ellas Catherine Deneuve y Andy Warhol, cuyos retratos cuelgan en la exposición. Este viaje a través del tiempo continúa hasta el día de hoy y la experiencia que produjo Cartier Haute Horlogerie. También se destaca por su estilo inmediatamente reconocible y por las impresionantes complicaciones, posibles gracias a las técnicas de vanguardia.

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Reloj Santos de Cartier con movimiento automático. Cartier, modelo creado en 1978. Oro, acero, una espinela azul facetada.

Ingeniería y diseño, estética y mecánica: dos temas en Cartier que merecen una exposición que ilustra cómo un diseño exitoso durará para siempre.