La última década ha sido testigo de la aparición de una serie de nuevas firmas independientes, todas apasionadas de sus productos, la mayoría de ellas concentradas en la parte alta del sector mecánico. Después de varios años de inversión y desarrollo, algunas de estas pequeñas marcas, que también han sido auténticos laboratorios de investigación relojera, se encuentran con un muro de ladrillo o, quizás más exactamente, un techo de cristal.

Una vez que la euforia de la exageración de los medios se ha apagado y la producción preliminar está en marcha, estas marcas a menudo se enfrentan a todo tipo de problemas, que les impiden ir a una velocidad superior y despegar realmente.

Estas dificultades pueden presentarse aguas arriba - proveedores comprados por grupos, retrasos en la entrega, escasez de conocimientos - o abajo - incapacidad para entrar en la red de ventas, distribución bloqueada, minoristas con aversión al riesgo. Sumado a esto, el tiempo necesario para el desarrollo y las pruebas de fiabilidad es demasiado a menudo subestimado o escatimado por estos alborotadores alevines dispuestos a chapotear en un mercado cada vez más competitivo y un paisaje relojero saturado.

Al final, muchas de estas pequeñas empresas independientes se ven obligadas a cerrar o liquidarse.

La caida de Ícaro Merry-Joseph Blondel, 1819

En paralelo con la floreciente escena independiente, la industria de la relojería se ha vuelto más integrada verticalmente y se ha concentrado en términos de diseño, producción y distribución. Esta concentración en manos de unos pocos y poderosos grupos rivales, que cotizan en bolsa ha transformado fundamentalmente una industria que estaba fragmentada previamente en pequeñas empresas a menudo familiares, lo que las obligó a someterse a las estrictas leyes de la economía globalizada: el aumento de la demanda de rentabilidad, la eficiencia financiera, la integración vertical, la competitividad, los conocimientos de marketing, la exclusión de la distribución, etc.

Considerando que, en el pasado, todo comenzó con el relojero en su mesa de trabajo, esta figura se ha convertido en un eslabón más en una cadena de producción y distribución que empieza bien aguas arriba, donde se toman las decisiones estratégicas, y termina lejos aguas abajo, donde el mercado es el rey . Pero, ¿Es este proceso de «destrucción creativa», como a los economistas liberales les gusta llamarlo, lo que inexorablemente despoja a la relojería de la misma cosa que ha asegurado su supervivencia a través de los siglos? ¿Se ha convertido su «alma» en una cáscara vacía? ¿Ha abandonado la mesa de trabajo, dejando sólo un reflejo superficial de sí misma en las vallas publicitarias?

Para alimentar el debate sobre estas paradojas de la independencia, Europa Star ha organizado una serie de mesas redondas y reuniones, y compilado varios casos de estudio para analizar las razones que hay detrás del éxito o del fracaso de estas pequeñas marcas independientes. Siga leyendo.

Fuente: Europa Star Magazine Febrero-Marzo del 2015