editoriales


Segunda era mecánica

diciembre 2007


Segunda era mecánica

En veinte años hemos presenciado el renacimiento de una tecnología que creíamos pasada de moda, el reloj mecánico, y su progresivo refinamiento (con la pasión por las complicaciones), seguido de la casi banalización de sus más avanzadas técnicas (la banalización del tourbillon) y el sometimiento a los influjos de la moda (la gran avalancha de diamantes). Pensábamos que habíamos sido testigos de un ciclo completo en un período extremadamente breve de tiempo, un ciclo que vio, por ejemplo, incrementar las exportaciones suizas de 4.300 millones de CHF en 1986 a los 13.700 millones de CHF del 2006. También creímos haberlo visto todo, que los relojes mecánicos seguirían su curso ascendente, principalmente gracias a la apertura de nuevos mercados (las famosas economías emergentes) y que la relojería mecánica iría replicando sus patrones indefinidamente. Pero ahora se abre una nueva era en el mundo de la relojería mecánica, una era dominada por una especie de hibridación de la sabiduría clásica y de las más avanzadas técnicas, mayormente en el campo de los nuevos materiales. El empleo de nuevos materiales, ya sean aleaciones inhabituales, tratamientos superficiales o substancias sintéticas, abre nuevos horizontes a la vieja y honorable ciencia de la relojería mecánica. Cuando creó el primer reloj que no requería engrase, Jaeger Le-Coultre dio un paso de gigante, y la marca se ha puesto claramente a la cabeza del resto de la industria. Esta ventaja ha sido posible gracias a la integración paulatina de una serie de nuevos oficios que han evolucionado de las prácticas ancestrales: ingenieros metalistas, químicos,analistas, diseñadores informáticos, ingenieros acústicos. Todos trabajan hombro con hombro con los antiguos (y jóvenes) maestros relojeros. Lásers,máquinas herramientas robotizadas, y sofisticados instrumentos de medición han sumado esfuerzos con las técnicas de mecanizado tradicionales que emplea el relojero cuando se encorva sobre su banco de trabajo. Esta gran mutación ha motivado cambios no solo en los conceptos de precisión o fiabilidad, sino también ha cambiado los cánones estéticos. Los materiales de nueva síntesis van de la mano de las técnicas de diseño asistido por ordenador y de técnicas de control progresivo que permiten validar virtualmente cada paso del proceso. La creatividad ha dejado de tener límites, casi, porque sigue estando el límite de las medidas razonables de un reloj de pulsera, sea redondo, cuadrado, rectangular o abarrilado. En cuanto a los mecanismos internos, estos se expresan cada vez con más variedad. Desde un punto de vista del diseño, estamos viendo “desaparecer” la esfera, substituida por una perspectiva del mecanismo en movimiento, que muestra de forma directa la información temporal. El motor ya no está bajo el capó y ahora está a la vista de todos como en un dragster de los años sesenta, resultando en una simbiosis de funcionalidad y apoteosis de la forma. Históricamente, las transformaciones en el diseño han sucedido a causa de la tecnología (por ejemplo, pensemos en el cambio que supuso en arquitectura la aparición del hormigón). Apostamos sobre seguro cuando decimos que a la relojería le va a suceder lo mismo, ahora que entramos en una nueva era.