o hace falta decir que todo empezó con Ferrari. La marca del caballo encabritado inventó el concepto en 2005 con su programa XX. La idea es sencilla: tomar un coche que ya es muy superior, hacerlo aún menos práctico, más extremo y más caro, y luego venderlo a una pequeña selección de clientes ya selectos. Un golpe de genialidad maquiavélico.
El primero de la saga, el FXX, fue una versión de circuito del Enzo. Le siguió en 2009 el 599XX y, en 2015, los espectaculares FXX K y FXX K Evo, derivados del LaFerrari con más de 1.050 CV, que se vendieron por unos 3 millones de euros. ¿La incorporación más reciente? El 499P Modificata, la versión para clientes del coche que ganó Le Mans en 2023 y 2024, que es más rápido que el original, porque se deshizo de todas las restricciones regulatorias.
Los fabricantes de automóviles rivales no se quedaron de brazos cruzados. Aston Martin contraatacó en 2016 con el Vulcan: 24 unidades, 2,3 millones de euros cada una. Más recientemente, la marca británica llevó el concepto aún más lejos con el Valkyrie AMR Pro, una versión de circuito del ya extremo Valkyrie, ofreciendo así dos versiones de un mismo modelo, una homologada para la calle y la otra exclusivamente para circuito.
Esta tendencia la inició McLaren: después de haber lanzado una versión GTR del P1, presentó el Solus GT, un monoplaza futurista inspirado en el videojuego Gran Turismo. Lamborghini, para no quedarse atrás, irrumpió en escena con su Essenza SCV12.
La idea es sencilla: tomar un coche que ya es demasiado caro, hacerlo aún menos práctico, más extremo y más caro, y luego venderlo a un grupo reducido de clientes ya selectos. Una genialidad maquiavélica.
En 2018, con motivo de su 70 aniversario, Porsche lanzó el 935, una serie limitada de 77 unidades que se vendieron en un abrir y cerrar de ojos. Incluso Bugatti se sumó a la fiesta con su acertadamente llamado Bolide (bolide significa coche de carreras en francés), un monstruo de 1.850 CV diseñado como la máxima expresión del motor de 16 cilindros que había sido el corazón palpitante de la marca durante 20 años.
¿Interesado? ¡Atención! Antes de firmar el cheque, la marca debe declararte apto para comprar el codiciado vehículo. Esto significa que, aunque estés dispuesto a pagar el estratosférico precio, también tienes que estar en la buena cuenta del fabricante y haber adquirido ya varios modelos de carretera. Y eso es solo el principio. Estos vehículos vienen con un servicio digno de un hotel de cinco estrellas: transporte, mantenimiento, almacenamiento, coaching personal, eventos y carreras privadas... Sin embargo, algunos propietarios nunca tocan el volante, simplemente prefieren ver cómo aumenta el valor de su inversión.
Esta tendencia hacia los coches exclusivos para circuitos se explica también por el contexto legal restrictivo: frente a unas normas medioambientales cada vez más estrictas, homologar un motor para circular por carretera se está convirtiendo en una tarea ardua. Por eso, los fabricantes están optando por sortear el problema, reservando sus motores más extremos para las versiones de circuito, libres de toda restricción. ¡Sin normas, sin problemas!
Paralelamente a estos proyectos futuristas, algunas marcas están jugando a la nostalgia con los “coches de continuación”. Aston Martin dio el pistoletazo de salida con el DB4 GT Continuation, una recreación moderna de su legendario coche de carreras de 1960. Bentley siguió su ejemplo con su Blower Continuation, una réplica fiel del coche que ganó Le Mans en 1929. Más recientemente, Bizzarrini relanzó la producción de su 5300 GT Corsa Revival.
¿La última sensación hasta la fecha? El Red Bull RB17, el primer coche producido por el gigante de las bebidas energéticas. Desarrollado por el famoso ingeniero Adrian Newey, promete un rendimiento sobresaliente, capaz de superar a un modelo de Fórmula 1 en ciertas pistas. ¿El precio de esta maravilla de la tecnología? Cinco millones de euros.
A pesar de los precios que harían palidecer incluso a un multimillonario de la tecnología, estos vehículos se venden incluso antes de su presentación. En un mercado de lujo que busca constantemente la diferenciación, estos coches representan la exclusividad de primer nivel: rendimiento de locura, producción ultralimitada y pertenencia a un club muy cerrado.
¿La última sensación hasta la fecha? El Red Bull RB17, el primer coche producido por el gigante de las bebidas energéticas.