ué hace que un diseño sea verdaderamente un icono, reconocible a primera vista? Sus líneas, sus proporciones, sus detalles. Así es el bolso Hermès Kelly con su nítida forma trapezoidal, dos correas laterales, cierre giratorio, candado y llavero en forma de campana. Un ojo experto los detectará, se divertirá con ellos, en la alta joyería imaginada por Pierre Hardy, Director Creativo de Joyería de Hermès desde 2001. Divertido, delicado, refinado, el bolso Kelly se deconstruye para dar a cada elemento una nueva vida e impartir significado a la colección.

La exposición se abre con una nota apagada con AlphaKelly en plata reciclada. La cadena de ancla de la firma se encuentra con los motivos del candado y la llave en un anillo doble, una pulsera doble, una gargantilla y un sautoir. Simplicidad elevada.

El codiciado bolso se presta entonces al oro rosa, también reciclado, y se convierte en el Kelly Chaîne. El broche de un collar de corbata brilla con diamantes discretos; un solo brazalete está pavimentado con 368 diamantes, mientras que un brazalete doble está adornado con 41 diamantes en su cierre; hay una delicada gargantilla e incluso joyas para el cuerpo que caen en cascada desde la garganta hasta las caderas. Una cadena liberadora.

A continuación, el Kelly Clochette que hace alusión al candado, la llave y su portacampana (’clochette’), primero en oro blanco a modo de pulsera, un doble anillo cuyas dos partes están unidas por una delicada cadena, y un elegante y juguetón sautoir que el usuario puede abrochar de múltiples maneras. El rubor del oro rosa da calidez a un brazalete de malla adornado con 224 diamantes, un par de aretes que no combinan resplandecientes con 130 diamantes alegres y un collar de malla doble que fluye como la seda.

De la nada surgen dos sautoirs Précieux Kelly en plata y oro rosa u oro rosa con diamantes, ambos infinitamente ajustables. Su diminuto colgante de bolso Kelly es el juego de proporciones al estilo Lewis Carroll de Pierre Hardy.

La colección se vuelve aún más encantadora cuando Kelly Gavroche revela su encanto. El prolífico director creativo rinde homenaje al pañuelo ’Gavroche’ que se lleva enrollado y anudado alrededor del cuello. Ahora un collar, dos íconos se convierten en un objeto maravilloso. Completamente pavimentado con diamantes, la correa lateral se abrocha con toda la delicadeza de la seda. Un total de 1.771 diamantes baguette y redondos (74,32 quilates), todos clasificados F por su claridad, adornan lo que es una pieza destacada dentro de la colección.

Los engastadores experimentados tardan 200 horas completas en lograr tal grado de fluidez, 190 horas más para que los joyeros creen el nudo sinuoso y 100 horas de pulido para perfeccionar esta magnífica ilusión.

Un par de aretes y un anillo, con o sin diamantes, transforman el collar en una joya deslumbrante. Pierre Hardy trastoca lo funcional, eleva el objeto a algo precioso. El caprichoso Gavroche se convierte en una joya de lo más deliciosa.

La colección crece en intensidad con la Kelly Baguette. Diamantes blancos o espinelas negras, todos talla baguette, iluminan estas creaciones y aportan un nuevo significado al icónico cierre. En oro rosa u oro blanco, los anillos de dos hileras junto a las pulseras de una, tres o cinco hileras fascinan en blanco o negro. Las gargantillas son bandas elegantes y delgadas. Con el toque esotérico adicional que aportan las propiedades protectoras de esta poderosa y sofisticada piedra negra. La elegancia y asertividad del propio bolso icónico.

¿Cómo concluir tal profusión de símbolos? Con el Bijou Kelly: preciosas versiones en miniatura de este objeto de deseo. En plata y cota de malla o en relucientes escamas de cocodrilo de oro rosa engastadas con 1.131 zafiros rojos, estas notables creaciones reflejan muchas de las habilidades que domina Hermès.

Porque toda sinfonía tiene una última nota, la exposición termina con un guiño a su alter ego con el bolso Bijou Birkin. Pieza de alta joyería de excepcional rareza, replica ese otro icono en oro blanco con incrustaciones de diamantes. Más de 1.550 horas de meticulosa elaboración artesanal y 3.025 diamantes blancos transformados en un bolso totalmente funcional que se puede llevar y utilizar como tal. Hecho exclusivamente por encargo, requiere cierta paciencia, al menos de 12 a 18 meses.

El visitante abandona la exposición envuelto en el mágico centelleo del que aún emerge la característica silueta y los particulares detalles del legendario bolso. Una de las mayores fortalezas de Hermès es, después de todo, la capacidad de asombrar sin ostentación, por la magnitud de su creatividad.