a sabíamos que Jean-Marie Schaller, el director general de Louis Moinet, llamado así por el astronomercum-relojero que había caído más o menos en el olvido, estaba loco por el espacio, las estrellas, los astronautas, los meteoritos marcianos e incluso los fragmentos de T-Rex y otros dinosaurios fosilizados. Pero con su Space Revolution, ha ido un paso más allá y ha demostrado que su obsesión por el espacio-tiempo puede dar como resultado relojes como ningún otro. Este es sin duda el caso de este doble tourbillon volante en constante rotación, cuyos carros adoptan la forma de satélites.
Sobrevolando a intervalos regulares, hay dos naves espaciales sacadas de una película de ciencia ficción, que se mueven en direcciones opuestas y se cruzan 18 veces por hora. La nave espacial superior completa una revolución en el sentido de las agujas del reloj cada cinco minutos, la inferior una revolución en el sentido contrario a las agujas del reloj cada diez minutos.
- Movimiento de cuerda manual. 48-horas de reserva de marcha. Muestra las horas y los minutos.
Las dos naves espaciales pesan apenas 0,8 gramos cada una. Están hechas de titanio, luego coloreadas mediante la aplicación de una “cerámica híbrida”. Una brida flotante insertada entre el cilindro y el cristal de zafiro abovedado, que nos permite contemplar este ballet de lado, acentúa la sensación de vacío en el que orbitan los satélites y las naves espaciales. Dos osciladores con mecanismo diferencial, seis rodamientos de bolas de cerámica, en total 470 componentes en una caja de oro pulido y satinado de 41 mm.